
Tras la caída del Frente Norte y de la derrota del Ebro, la consigna del gobierno republicano era resistir a ultranza, con la esperanza de que se desencadenase un conflicto europeo entre las democracias y el fascismo.
El símbolo de esta resistencia fue la defensa de Madrid, cercado por las tropas nacionales, donde se recuperó la consigna propagandística del "¡No pasarán!"
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